El afiliado: el principal perjudicado

Galantino Gallo

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Cuatro UIT: votando con los pies

Carlos Anderson

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La Comisión de Economía del Congreso ha aprobado un séptimo retiro, de hasta cuatro UIT, de los fondos de pensiones. Una medida cuyas consecuencias golpearán directamente a los afiliados.

Se pueden tener muchas opiniones sobre el funcionamiento del sistema privado de pensiones (SPP). De hecho, soy de los que creen que una reforma es impostergable. ¿Por qué? Porque asegurar un mejor futuro para los jubilados del mañana requiere un sistema más inclusivo, competitivo, flexible y con pensiones mínimas. Pero entre afirmar que se necesitan cambios y debilitar el SPP hay un largo trecho. Y el nuevo retiro nos lleva peligrosamente a lo segundo y nos aleja de lo primero.

El riesgo consiste en que 8,3 millones de afiliados se queden sin un sol en sus cuentas, sin los fondos que se colocan ahí para acumular rentabilidad, la misma que en los últimos 30 años fue del 10% de promedio anual. Para ventaja de quienes hoy proponen esta medida antitécnica, sus efectos se sentirán particularmente en el largo plazo, cuando los que retiren no puedan solventar sus gastos al llegar a la edad de jubilación, trasladando una costosa carga a sus familias y al Estado. Esto además de los efectos nocivos sobre la valorización de los fondos en general, por la necesidad que tendrán las AFP de liquidar activos para cumplir los desembolsos y, por otro lado, sobre los mercados de capitales locales, donde las AFP son importantes inversionistas.

Tan o más grave que lo anterior es el hecho de que este retiro, a diferencia de lo que muchos sostienen, no está orientado a ayudar a los más vulnerables: el 41% de ellos se concentraría en la población de más altos ingresos y el 65% en afiliados que no han perdido sus empleos. El impacto negativo a largo plazo lo sentirán los afiliados y el país en general.